Panegírico al Tribunal de Garantías Constitucionales en República Dominicana.

Por Esteban Baldemar Mejía Mariñez.
Tú, que eres aliado del indefenso que busca una luz en la cual refugiar las garantías y protecciones a sus derechos y deberes fundamentales cuando las barreras y los muros del poder intentan oprimirlo hasta arrimarlo contra la pared;
Tú, que muestras con fervor y valentía que
Tú, que preservas la tarea primordial de
Tú, que en sistemas democráticos colocas en lo alto a
Tú, que procuras que las postulaciones constitucionales estén presentes en todo momento y todo lugar cuando
Tú, que recibes a todo desamparado en Derecho para hacer valer sus pretensiones en virtud del Derecho de Defensa que tiene todo ciudadano;
Tú, que juzgas por la estabilidad jurídica y política de
Tú, que promueves con tus precedentes el criterio objetivo de unificar y solidificar la base constitucional de las fuentes de Derecho, de forma tal que las interpretaciones constitucionales a las leyes adjetivas no sean vacías y carentes de toda lógica;
Tú, que en países más desarrollados judicialmente haz dictado decisiones con las que el Derecho Constitucional ha sentido el regocijo de mantenerse como una rama importantísima en
Tú, que pudiste haber sido y no fuiste, por un aborto impuesto por la ambición de acumulación de poderes.
Más y más al escribir me surge dentro, que Tú eres lo más importante en la vida de una Nación en busca de un ordenamiento jurídico unificado, coherente y pulcro, haciendo de lado las imprecisiones, la incongruencia y la dispersión de conceptos y nociones; viendo de este modo que el ciudadano interactúa en una sociedad organizada y erguida. Pero, mi abnegada amiga, víctima eres en mi Quisqueya preciosa porque algunos no comprendieron ni comprenden ni comprenderán la necesidad vital de tu existencia en los procesos de transformación hacia la sostenibilidad constitucional del Estado Dominicano.
Tu partida es una estocada mortal a la modernización del Poder Judicial que duele en los rincones más profundos y soportarlo no es posible, mucho menos tratar de enmendarlo con una dosis de suero teórico justificativo.
Yo, por mi parte, vestiré de negro en tu honor y declararé el día 5 de Agosto del 2009 como el “Día Negro del Poder Judicial”.
Te doy un adiós... y quizás un hasta luego para nunca más volver. Paz a tus restos. E. P. D. †
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